Soy profesora de inglés, debería haberlo sabido…

Mudarse al extranjero requiere aprender el idioma del lugar a donde uno se muda. Soy profesora de inglés (o "tícher ínglish" como a veces me llaman). He pasado los últimos 17 años enseñando inglés para profesionales. He enseñado inglés para negocios, TOEFL, IELTS, BULATS (y bastantes acrónimos más). Por ello, entiendo la importancia de aprender un idioma extranjero, y me aseguré de hablar un poco de español antes de venir a Panamá con mi hija de cinco años.

Lo que no había hecho, sin embargo, era prepararme para las diferencias culturales (un error tonto, lo sé, pero a posteriori todo parece obvio). Aprendí español yo sola usando libros. En otras palabras, ni una sola vez aprendí con un hablante nativo. Y estudiar con un profesor calificado, que además sea hablante nativo, marca una enorme diferencia, porque uno no solo se prepara lingüística sino también culturalmente. Aprende inglés con una profesora de inglés experimentada, y no caerás en la misma trampa en la que yo caí cuando vine a Panamá.
Los cursos de idiomas valen la pena Yo llevaba apenas unos cuatro meses en Panamá. La ciudad me parecía un laberinto y todo se sentía aún muy nuevo. Una noche, mientras se acurrucaba para dormir, mi hija murmuró: "Mamá, mañana tengo que llevar Figuritas Nachos a la escuela". Si tienes hijos, me entenderás. Son esos momentos antes de acostarse cuando brotan las confesiones o recuerdan de repente algo importante que necesitan para el día siguiente.

Comienza la misión

Con esa voz que las madres ponen cuando reprimen la ira o intentan no demostrar su miedo, le pregunté tranquilamente qué eran las Figuritas Nachos.
Y mi hija, con esa voz que los niños hacen; me respondió medio distante: "No sé".

Astutamente, pensé que quizá Doritos tenía una promoción y estaba metiendo algo en sus bolsas de chips. Razoné que los nachos son un tipo de chip, o “crisp”, como las llamamos en el Reino Unido. En ese momento parecía una idea plausible. Era tarde y estaba sola, así que no tenía a nadie a quien preguntarle o con quien comentar mis ideas. En Inglaterra, las marcas de cereales a menudo participan en el "Programa de cupones para las escuelas", y si uno recoge suficientes cupones de los paquetes de cereales y se los entrega al maestro, la escuela recibe libros nuevos. Convencida de que Doritos estaba haciendo una promoción similar, me decidí a echarle el guante a todas las Figuritas que pudiera conseguir en la ciudad de Panamá. Le ordené: "Quítate la pijama y vuélvete a vestir. Vamos a salir". Arrasando por Panamá Bajamos rápido a la tienda de la esquina (el chinito, como lo llaman los panameños) y compramos todos los paquetes de chips nachos de Doritos. "No me gustan los nachos", rezongaba mi hija. Sin embargo, le seguí embutiendo más. "Te llegarán a gustar", le gruñí. "Además, tenemos que comprarlos y no me
gusta desperdiciar comida, así que tenemos que comérnoslos". Todas mis habilidades, para prepararle bocadillos saludables, como buena madre europea, quedaron de lado. Pero todo fue en vano. Veintitrés bolsas de nachos y nada de suerte.

Razoné que debía ser algo más grande que las chips; una especie de comida mexicana disponible sólo en los supermercados. Arrastré a mi muy renuente
hija a Rey, caminando, por supuesto, porque los europeos caminan por todas partes. Fuimos cazando por cada esquina, buscando comidas mexicanas preparadas, pero de nuevo, nada de suerte. Decidí sincerarme, y le pregunté a una asistente de la tienda que dónde podía encontrar Figuritas Nachos. Me apuntó hacia la farmacia. Me sorprendió, pero decidí creerle. Nos llevé marchando la farmacia Arrocha más cercana, razonando que tal vez sólo las chips que vendía Arrocha estaban participando en este proyecto de cupones escolares. Tal vez Doritos estaba colaborando con Arrocha. Pero de nuevo fue una decepción absoluta. Fui a la sección de bocadillos en Arrocha y no encontré ningunos nachos con figuritas dentro de la bolsa.

Aprender la cultura además del lenguaje hace la vida más fácil A las 10 de la noche, admití la derrota. Cuando le pregunté a los asistentes de la tienda Arrocha dónde estaban las Figuritas, con una expresión de fastidio apenas me indicaron con la cabeza una dirección. Supusieron que yo sabía lo que buscaba, y que lo único que necesitaba era encontrar el pasillo en el que estaban. Se me acabó la paciencia. Me irrité. Me dio nostalgia. Quería irme de Panamá.

Al día siguiente, tuve que empujar a mi hija para que entrara por las puertas de la escuela, porque no paraba de llorar por no tener sus Figuritas Nachos.
Cuando la fui a buscar, aproveché la oportunidad para preguntarle al maestro qué eran las Figuritas Nachos.
Lo siento, pero…

Suena a comida rápida mexicana. Lo venden en una farmacia. Claro… es un libro… ¿por qué no se me ocurrió? Ahora ya estoy familiarizada con Panamá. Sin embargo, cuando recuerdo esa noche, me da risa. Podría haber leído todos los libros de gramática en español del mundo, pero lo único que me habría preparado adecuadamente para la experiencia con las Figuritas Nachos habría sido un curso de idiomas especialmente diseñado para mis necesidades e impartido en persona.

agosto 5, 2019

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